DANZA DE LOS PARACHICOS



Esta tradición comenzó en 1711, es decir se desarrolla desde hace tres siglos, y según algunos registros es una ofrenda colectiva en la que actualmente se calcula participan seis mil personas, y está dedicada al Señor de Esquipulas (o de los Milagros), San Antonio Abad y San Sebastián Mártir, patronos de la comunidad. Por ser una manifestación que propicia la cohesión social y además fomenta la transmisión de conocimientos ancestrales heredados, Los Parachicos en la fiesta de enero de Chiapa de Corzo fue declarada en 2010 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), luego de varios años de trabajo conjunto entre el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) y dicha comunidad chiapaneca, para trazar conjuntamente el expediente de la candidatura.

Cuentan los viejos que a mediados del siglo XVIII, al entonces llamado pueblo de Chiapa de la Real Corona, llegó Doña María de Angulo buscando al curandero indígena para que aliviara a su pequeño hijo de una extraña enfermedad. Después de bañar al niño en las curativas aguas del Cumbujuyú, éste sanó de sus males. Los parachicos evocan a los antiguos chiapacorceños que se disfrazaron para entretener al niño de doña María Angulo durante su enfermedad, de ahí su nombre, pues lo hacían “para-el-chico”. Mientras, las “chuntas” (hombres vestidos de mujeres) representaban a las mozas de la señora española. La tradición oral refiere también que una terrible plaga de langosta acabó con las cosechas de la localidad, entre 1767 y 1768, y en 1770 una epidemia provocó la muerte de cientos de personas. Entonces, María de Angulo regresó al pueblo y, en agradecimiento por haber sanado a su hijo, repartió maíz y dinero entre la población.

Entre máscaras y sones

Si bien, en esta celebración los parachicos son los personajes más visibles, entre los individuos que participan también están los priostes (padrinos) de los santos, los encargados de ermitas, el patronato de la fiesta de San Sebastián, artesanos talladores de madera y laqueadores, ‘comideras’, bordadoras, coheteros y músicos. No obstante, “la máxima autoridad de los parachicos es el patrón, quien conoce profundamente la tradición y cuyo cargo es vitalicio. Es el encargado de entonar los alabados mientras que los parachicos responden con vivas, explicó Edaly Quiroz Moreno, especialista en Patrimonio Inmaterial del INAH. La autoridad de este personaje, dijo, se remarca con el uso de una máscara de hombre maduro, de gesto adusto y cejas prominentes; además de la montera de ixtle que heredó de sus antepasados, porta una guitarra, sarape oaxaqueño y un fuete o “cabresto” para castigar simbólicamente el pecado y la desobediencia.

En este conglomerado de atavíos para los personajes, destacan las singulares máscaras hechas a mano, que de acuerdo con el artesano Antonio “Toñito” López Hernández, Premio Nacional de las Artes 1998 —quien comienza a preparar las máscaras medio año antes de la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo—, “hay que conservar la antigua técnica, la tradición”, como el uso de aceite de chía, la madera de huanacaxtle y un instrumento fabricado con esófago de res, que borra totalmente las rayas en la pintura al óleo.

A su vez, el señor Roberto Solórzano Núñez recordó que “hace 48 años íbamos en bloques de 60, 70 parachicos, salíamos por barrios y nos juntábamos en casa del patrón. Allí se hacía la ‘pandilla rica’, y coreábamos la famosa ¡viva la pandilla rica!, ¡viva la máscara de palo! y ¡viva la mano poderosa!, porque la mano es la que aguanta el chinchín (sonaja)”. La música que acompaña la danza se denomina genéricamente como de “pito y tambor” y consta de ocho partes. Inicia con la rúbrica, seguida del Son del parachicochicoteplanta, el nanbujó o alabado, y el zapateado del patrón (tocado con guitarra)—. Además del nandacachumbí o Son de María de Angulo, cuya función es avisar a los parachicos que vienen los zapateados, para regresar al Son de chicoteplanta o Son para recorrer las calles.

Calendario festivo

La tradicional feria de Chiapa de Corzo comienza el 8 de enero y concluye el día 23 del mismo mes. El 15 de enero se conmemora al Señor de Esquipulas, con una suculenta comida grande (pepita con tasajo). El día 17 se celebra a San Antonio Abad (“Sananton”), y el 18 se rinde homenaje póstumo a los patrones de los parachicos fallecidos, con un convite en la casa donde se encuentra la imagen de San Sebastián Mártir. Para el 20 de enero, cientos de personas del estado y de fuera se visten de parachico y de chiapaneca y se suman a la fiesta (es cuando se admiten “fuereños”)

El día 21 se realiza el Combate Naval en el río Grijalva, que consiste en un espectáculo nocturno con pirotecnia, el cual recuerda las batallas entre españoles y los indios chiapanecos en el siglo XVI. El 22 de enero, además de los parachicos, desfilan las “chuntas” que, al son del pito y del tambor, van bailando y repartiendo dulces. En un carro alegórico va doña María de Angulo, representada por una jovencita que reparte dulces y monedas. La fiesta concluye el día 23 con una misa y el desfile de los parachicos chiapacorceños (solo los de las cofradías), que acuden al Templo de Santo Domingo de Guzmán, y conducen la imagen de su santo patrono (San Sebastián Mártir), a la casa del nuevo “prioste” o familia que cuidará la imagen durante un año.