EL POPOCATÉPETL

CUMPLEAÑOS DEL ABUELO DE FUEGO, EL POPOCATÉPETL
Por: Jess Chilián

En el corazón de México, entre los estados de Puebla, Morelos y el Estado de México, se alza un coloso que respira, que humea, que ruge. Lo llaman Popocatépetl —“Montaña que humea”, en náhuatl—, y aunque la ciencia lo clasifica como un volcán activo, para los pueblos originarios es mucho más: es un ser vivo, un guardián, un abuelo, y cada año, en el mes de marzo, se le celebra su cumpleaños y no es una fiesta común. Aquí no hay pasteles ni velas. Hay ofrendas de maíz, rezos a la tierra, música de flautas y caracoles, danzantes que giran en espiral, y sobre todo, hay agua. Porque esta celebración está íntimamente ligada a los graniceros, los guardianes de la lluvia y el clima que aún existen en muchas comunidades rurales del centro del país.

¿QUIÉNES SON LOS GRANICEROS?
Los graniceros, también conocidos como tiempistas, pararrayos humanos o guardianes del cielo, son personas a quienes se les ha confiado, por elección divina o por destino, el poder de comunicarse con las fuerzas de la naturaleza. En particular, con las nubes, el viento, los rayos y la lluvia.

Su tarea es fundamental en las comunidades agrícolas: interceden con el Popocatépetl y otros cerros para atraer las lluvias y alejar las tormentas destructivas, equilibrando el ciclo natural del campo. Muchos de ellos afirman que fueron «tocados por un rayo» o iniciados en sueños desde su niñez.

¿CÓMO SE CELEBRA EL CUMPLEAÑOS DEL POPOCATÉPETL?
Cada marzo, principalmente en las faldas del volcán —en comunidades como San Pedro Benito Juárez, Santiago Xalitzintla, San Nicolás de los Ranchos o Hueyapan—, los graniceros y habitantes se reúnen para honrar al Popocatépetl como un ser sagrado. No hay una fecha única, pues la celebración está más ligada al inicio del ciclo agrícola y a los signos que da la montaña.

Las ofrendas pueden incluir:

  • Tamales, tortillas, cacao, flores, pulque y velas.
  • Figuras de cera o cerámica que representan las nubes, rayos y lluvias.
  • Baños rituales, danzas tradicionales y ceremonias de petición de agua.
  • Invocaciones a los dueños del monte, al volcán y a los ancestros.
  • El centro de la ceremonia es una muestra de respeto: agradecer al abuelo Popocatépetl por cuidar a la comunidad, pedir por buenas lluvias y por la salud del territorio.


VIAJAR A LO SAGRADO: UNA EXPERIENCIA ÚNICA
Para el viajero que busca algo más que un paisaje bonito, participar o presenciar esta festividad es una puerta hacia un México profundo. Aquí, la naturaleza no es un recurso: es una entidad con voluntad, con ánimo, con memoria. No se le domina, se le honra.

Al caminar por los pueblos que rodean al volcán, verás altares en patios, cruces en los cerros, palabras en náhuatl aún vivas en la conversación cotidiana. Con suerte, podrías ser invitado a compartir una ofrenda o a observar un ritual, siempre desde el respeto.


¿DÓNDE VIVIR ESTA EXPERIENCIA?

  • Santiago Xalitzintla, Puebla: Aquí los graniceros son figuras activas y respetadas. Se organizan ceremonias a las faldas del volcán.
  • Hueyapan, Morelos: Comunidad nahua con fuerte tradición agrícola y espiritual.
  • San Nicolás de los Ranchos, Puebla: Lugar de profundas raíces rituales, en donde el volcán es parte del paisaje cotidiano y de las creencias.
  • Tlalmanalco, Estado de México: Sitio con graniceros activos y senderos sagrados hacia el Iztaccíhuatl y el Popo.


RECOMENDACIONES PARA VIAJEROS ESPIRITUALES Y CONSCIENTES

  • Sé respetuoso: Estas no son festividades turísticas, sino rituales vivos. Observa con humildad.
  • Pregunta antes de fotografiar: Especialmente si estás en una ceremonia.
  • Compra a los locales: Lleva pan, flores, frutas o velas si vas a participar.
  • Escucha más de lo que hablas: La sabiduría de los graniceros se transmite con tiempo, no con prisa.


POPOCATÉPETL, EL ABUELO QUE RESPIRA
Viajar hacia el Popocatépetl es acercarse a una de las montañas más sagradas del continente. Su cumpleaños no se mide en años, sino en ciclos: lluvias que vuelven, maíces que nacen, voces que no se apagan. Para los graniceros, el Popo no necesita que lo conquisten: necesita que lo escuchen.

Así que si en tu próximo viaje decides mirar más allá del humo y el cráter, y quieres tocar el alma del volcán, ven con respeto, con el corazón abierto y con la certeza de que estás entrando a un territorio sagrado.